martes, 26 de abril de 2011

La primera lección para obtener cariño




La primera lección para obtener cariño

Preguntaron a una madre cuál era el secreto
para obtener que sus hijos fueran tan amados
por los demás, y ella respondió:
“Mi primera lección es enseñarles a sonreír”.

Y resumía así los consejos que ella da a sus hijos:

Sonríe, sonríe, hasta que notes
que tu continua seriedad o tu severidad habitual
hayan desaparecido.

Sonríe, hasta que logres que
el calor de tu rostro alegre,
caliente tu corazón que tiende a ser frío.

Recuerda que tu sonrisa tiene un trabajo que hacer:
ganar amigos para ti, y almas para Dios.
Puedes ser apóstol con sólo sonreír.

Sonríe a los rostros solitarios.

Sonríe a los rostros enfermos.

Sonríe a los rostros arrugados de los ancianos.

Sonríe a los rostros sucios de los pordioseros.

Deja que en tu familia todos gocen de la belleza
y de la inspiración que provienen de tu rostro sonriente.

Cuenta, si tú quieres, el número de sonrisas
que la tuya haya despertado en otros durante el día.
Ese número representa cuántas veces tú
has fomentado la felicidad, la alegría, el ánimo
y la confianza en otros corazones.

La influencia de la sonrisa se extenderá
hasta donde tú ni siquiera alcanzas a sospechar.

Tu sonrisa te abre muchas puertas,
allana las dificultades y hasta puede obtenerte
excepcionales favores.

Puede ser un comienzo de conversión a la Fe.

Puede ganarte un sinnúmero de verdaderos amigos.

Y sonríe también a Dios:
aceptando lo que él quiere que te suceda,
porque ya sabes que todo redunda en bien
de los que aman al Señor.

Sonreír en el sufrimiento es cubrir
con pétalos vistosos y perfumados
las espinas de la vida, para que los demás
sólo vean lo que agrada, y Dios, que ve en lo profundo,
anote lo que nos va a recompensar.

Y así obtendrás que en el último día, Cristo tu Juez,
te sonría también satisfecho
y te lleve a donde nunca vas a dejar de sonreír.

P. Eliécer Sálesman

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